miércoles, 17 de mayo de 2017

Sulle orme della Storia il castello di Vignanello di Nathalie Pignatelli di Montecalvo

Delicioso y tierno, sin más adjetivos, este libro que nos ha regalado Nathalie Pignatelli di Montecalvo, un cuento para niños de la historia gloriosa de un gran linaje: los Marescotti Ruspoli. Se enfoca, tras la figura de Mario Escoto, en el castillo de Vignanello, el primer feudo que obtuvo Sforza Marescotti a principios del siglo XVI, un castillo que aún se mantiene de propiedad de los Ruspoli.




Extracto del capítulo 3 de mi libro Retratos: Mario Escoto.

Durante el VIII siglo, Europa fue un cruce de invasiones, guerras y revueltas políticas. Mientras que la península ibérica y la costa del mediterráneo hasta la desembocadura del Ródano fueron ocupadas por los árabes, los Merovingios ampliaron su reinado en Aquitania, Neustria, Borgoña, Flandes y, más allá del Rin, en Alemania y Baviera. El imperio Bizantino todavía estaba presente en parte de ltalia y de la península balcánica, mientras que el rey de los Longobardos ocupaba el valle del Po y se preparaba para el reto de conquistar Italia. En efecto, los Longobardos habían ocupado Rávena, expulsando a los esarcas bizantinos, como preludio de la prevista etapa de ampliación de su reino. Rávena fue el símbolo del poder imperial. Su destino se reflejó en el de Roma, donde los ves-tigios del pasado y del desaparecido Imperio Romano estuvieron bajo el manto papal, emblema de veneración, pero sin ejército que hubiera podido defenderlo. Roma había sido abandonada por Bisancio cristiana y el papa temía que un nuevo poder imperial y de otra fe religiosa pudieran tomar las riendas. El papa tenía de su parte la fuerza de la religión cristiana: su seguridad, su independencia y su dignidad estaban no solamente en el corazón de los roma-nos, sino también en el de todos los que lo reconocieron como el sucesor de Pedro, guía y pastor del rebaño de la multitud de Cristo. Por lo tanto, en el año 754 el papa Esteban II selló con el rey Pipino el Breve el tratado de Quierzy, por el que se reconoció a la iglesia de Roma el derecho de tener un poder temporal en parte de la península italiana. La coronación como rey de Pipino el Breve fue realizada por el papa en la abadía francesa de Saint-Denis y fue nombrado Defensor de la fe. A cambio, el rey declaró la guerra y do-blegó a los Longobardos, obligándolos a ceder al papa una parte de las tierras ocupadas antes por ellos. Nacieron así los estados de la iglesia que iban a durar más de mil años.
El Rey Pipino, sin embargo, no pudo consolidar lo establecido porque murió de repente a la edad de 54 años, dejando en su testamento el reino dividido en dos partes entre sus hijos Carlos y Carlomán. Estos dos hermanos eran totalmente diferentes, tanto en el físico como en el carácter. A la fragilidad física y moral de Carlomán se opusieron la fuerza, la inteligencia, la seguridad de Carlos. El choque entre los dos hubiera sido inevitable, pero Car-los tuvo de su parte también la suerte: la muerte prematura del hermano le permitió unificar el reino. No obstante Carlos ya se había preparado, reforzando el ejército con los soldados extranjeros que, donde hubieran tenido que luchar una guerra entre dos facciones de los francos, sin duda habrían ofrecido una mayor con-fianza. Para ello, había tomado contacto con el rey de Escocia, sabiendo a ciencia cierta que muchos escoceses solían buscar suerte en el continente como soldados mercenarios. El rey de Escocia encargó a su primo2 Guillermo, conde Douglas, de reclutar y dirigir en Francia a una brigada de 4000 hombres, y lo hizo así. Pero, posteriormente, teniendo que volver a Galloway para gobernar al clan de la familia, dejó al mando de la brigada a su hermano aún menor de edad Mario, que sus contemporáneos definieron como valiente, alto, fuerte y con barba rojiza.
El reclutamiento del ejército franco se llevaba a cabo tradicionalmente entre los vasallos, convocados por el rey según las necesidades de cada campaña militar. Cada vasallo llevaba consigo entre veinte y treinta hombres armados, equipados y con una autonomía alimenticia de tres meses. Las guerras se luchaban durante el verano y los soldados volvían a casa durante los meses de invierno. Si se considera que los vasallos de rey Carlos eran poco más de 200, de cada parte del reinado, que hablaban distintos dialectos o lenguas totalmente distintas, se puede entender como el ejército resultante era tan poco homogéneo y el valor individual contara mucho más que la disciplina de la tropa. Todo ello para hacer comprender cómo la brigada escocesa, que representó numéricamente casi la mitad del ejército entero, se convertiría lógicamente en la estructura portante del mismo.
En el año 773, el rey Carlos comenzó una campaña militar contra los Longobardos en Italia, porque eran culpables de no haber respetado el pacto, impuesto por su padre Pipino el Breve, de ceder parte de sus territorios a los estados de la Iglesia...

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